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Pablo Mac Donough, responde todo sobre su pase a RS Murus Sanctus

 La pregunta a Pablo Mac Donough y a Juan Martín Nero provino de dos de los hombres de RS Murus Sanctus: Facundo Sola y Guillermo Caset. Tres meses después, los cuatro serían parte del proyecto 2021. Una decisión compleja para los hombres de La Dolfina, sin dudas. Y que tomaron días después de ganar por octava vez consecutiva el Abierto de Palermo y la novena en diez años inolvidables.

Hoy en West Palm Beach, en Florida, donde está participando en la World Polo League, Mac Donough (flamantes 39 años, 11 veces campeón del Argentino Abierto y ganador de 4 Triples Coronas), repasa con LA NACION lo que fue la despedida y la ilusión por el nuevo proyecto.

-El tema se venía hablando desde hacía varios meses. Después, parecía que seguían otro año. ¿Cuándo empezaste a sentir que era la hora de partir de un equipo como La Dolfina?

-En mi cabeza, lo empecé a pensar hace tres años. Después del quinto Abierto seguido ganado, a fines de 2017. Ya llevábamos siete años juntos, nos iba muy bien y te decís: "Esto no va a durar toda la vida. Ni 20 años. En algún momento hay que ponerle un corte". Siempre tenés la duda sobre en qué momento te conviene salir, pero de un equipo así te querés ir estando arriba. Sí, hacía unos años que lo tenía en mente.



-Por como sos vos, ¿cuánto te cuesta cortar un vínculo así? ¿O sos de dar vuelta rápido la página?

-Es lindo estar en esa situación, con muchas chances de ganar, pero al mismo tiempo cualquier cosa que no fuera ganar el Abierto lo sentía como una desilusión muy grande. Y eso te va generando presión. Y te vas preguntando: "¿Qué necesidad hay de seguir presionándote cuando ya habíamos ganado tanto?". La decisión obvio que es difícil, muy difícil. Irme habiendo ganado fue lo mejor, te queda para siempre. Si arriesgás uno o dos años más y perdés... Te quedás con la intriga de porqué no te fuiste. Hoy, ya con la decisión tomada, no tengo arrepentimiento alguno. Fue el momento justo para salir. Me siento tranquilo conmigo, en paz con la decisión que tomé.

-¿Para vos fue más fácil salir de Ellerstina en 2010 o de La Dolfina ahora?

-Fueron dos cosas distintas. Esta fue después de haber ganado muchos años y la de Ellerstina fue una decisión más personal en un momento que yo sentía que tenía que dar un paso al costado. Fui parte y estuve de acuerdo en su momento cuando se dio el cambio en el equipo en 2008 y entró Juanma (Nero) por mi hermano Matías, y después creí también que era el momento para salir cuando se sabía que no íbamos a seguir jugando con el mismo equipo para 2011. Un tiempo después surgió lo de La Dolfina y se creó este equipo. Es muy difícil comparar. Son dos decisiones distintas, pero muy difíciles las dos.

-Llevás 13 años jugando con Juanma Nero. ¿Qué es lo que hace tan especial esa combinación entre ustedes?

-Con Juanma nos conocemos desde muy chicos. A los 9 años, vino un fin de semana y jugamos un torneo juntos. Mi viejo se llevaba muy bien con el de él, se conocen de toda la vida. Después, llevamos 11 años como compañeros. Evidentemente me siento muy cómodo jugando con él y fue una buena combinación. Estoy hablando seguramente del mejor back de la historia y como número 3 corro con ventaja jugando con alguien de su capacidad.

-Cuando al promediar el año Adolfito empezó a decir que se merecían una despedida con gente en las tribunas, en otro contexto, un año normal, ¿dudaste sobre qué hacer?

-Sí, eso para mi fue un punto bastante importante. Lo he consultado con mi mujer, con algún amigo, y por ahí algunos dicen "sí, hubiese sido lindo", y otros le dan cero importancia. Para mi era importante, que la gente reconociera de alguna manera lo que fue La Dolfina en los últimos diez años, y eso obvio son cosas que no se te dan mucho en la vida. Por ahí hubiese sido lindo vivirlo, pero todo no se puede. Si pensás en la cantidad de cosas que le hizo la pandemia al mundo, no me voy a andar quejando porque el equipo no se pudo despedir con público. Había cosas más importantes, y por ahí el hecho de terminar arriba me empujó más a la decisión de salir. Decisión que realmente se tomó cuando se terminó el Abierto. Hasta ese punto parecía que sí, que nos íbamos a dividir, y era lo que más o menos estaba hablado o pensado por todos, pero la decisión final-final y sin retorno, se tomó dos o tres días después de terminado el Abierto.

-Llegamos al tema. ¿Por qué se fueron?

-Lo que te decía: un equipo al que le fue tan bien durante 10 años y por el hecho de terminar arriba. O buscar motivaciones nuevas. No me costaba seguir jugando para La Dolfina. Pero sí es una realidad que las presiones van aumentando y a medida que pasa el tiempo es más lo que tenés para perder que para ganar. Fueron 8 años en Ellerstina, 10 en La Dolfina. Son 18 años en las dos mejores organizaciones del país de los últimos 20 años. Entonces, también querés ver, darte una oportunidad para ver si podés ganar desde otro lugar.

-¿Cual fue el primer contacto que tuvieron con Murus Sanctus?

-Cuando se empezó a rumorear que era el último año de La Dolfina, en algún cruce, alguna pregunta del Sapo (Caset), de Facu (Sola), "¿Ché, qué van a hacer el año que viene?". Eran los dos jugadores, las opciones más firmes que había. Pero como dije, no se habló ni se cerró hasta que se terminó el Abierto. Fueron dos días de muchas conversaciones. Pero sí, antes de que incluso comenzara la temporada, cuando se presumía que no íbamos a seguir, nos preguntaron eso sobre nuestro futuro.

-¿Por qué pesó más la decisión de ir a Murus?

-Por el hecho de juntarnos con dos jugadores de mucho nivel, que están muy organizados, y sabemos lo que cuesta eso para estar al nivel de un equipo que tiene chances de ganar el Abierto, sumado a tener a Murus como apoyo con caballos, organización y demás. Es un plus que nos da a los cuatro juntos. Es una buena forma de explotar un buen equipo, Para eso está Murus.

-Hace unas semanas se juntaron con Adolfo Cambiaso ahí en Palm Beach vos y Nero. ¿Qué sensaciones te dejó el reencuentro?

-Fuimos a comer a la casa de Juanma. Fue un encuentro como los de siempre. Estos 10 años han generado una relación bastante cercana y obvio que por no jugar ya juntos no vamos a dejar de salir a comer como lo hicimos todo este tiempo. Eso no va a cambiar.

-Hace unos meses, en una nota, Juancarlitos Harriott decía que uno de los secretos de Coronel Suárez era no hablar en caliente en los palenques después de los partidos, sino recién el martes en las caballerizas. ¿A ustedes les pasó algo similar o alguna vez estuvieron cerca del roce, de la ruptura? ¿Llevaron en armonía los 10 años?

-Como equipo, siempre lo digo, el año que más podríamos haber tenido un roce fue el 2012, cuando perdimos la final de Palermo con Ellerstina. Ese año demostramos que como equipo estábamos muy juntos y muy fuertes. Nos juntamos a los 3 días, a hablar un poco, a decirnos todo, y Adolfito dijo que creía que teníamos un equipo para que nos fuera bien muchos años. Esa dura derrota fue el puntapié inicial para mejorar todos en lo que podíamos. Obvio que ganar ayuda, pero fueron muy pocas las cosas que nos tuvimos que decir en esos diez años.

-Fue un año complejo, por el tema de las lesiones, el contexto atípico, y cuando parecía que todo se complicaba demasiado, terminaron ganando Palermo. ¿Por qué pasó? El equipo estaba, pero es muy difícil ponerlo a punto para dos partidos.

-Una cosa es arrancar en Tortugas, cuando te faltan dos torneos, los caballos vienen pesados, uno viene con la mentalidad de que todavía hay que ponerse, y otra tener que jugarte cuando te quedan 15 días para la final del Abierto. Tuvimos un partido que nos costó perder, que fue el de Murus, pero después sabíamos que no había que poner más excusas ni nada. La final costó muchísimo, era para cualquiera, y nos la rebuscamos para llegar al octavo chukker ahí en el tablero contra un equipo como Ellerstina, que venía muy bien. Y el último chukker lo jugamos casi perfecto.

-Ante La Natividad, en la semifinal, deben haber jugado el mejor partido del ciclo. Dejaron una imagen convincente en un momento necesario. ¿Qué fue lo que cambió?

-Saber que no te quedan más cartuchos. Uno entra con una mentalidad distinta cuando sabés que si perdés, te quedás afuera. Sos consciente de que no te queda otra, y entonces uno empieza a andar más rápido, a pegarle mejor. Es difícil de explicar. El momento saca lo mejor de cada uno.

-La convocatoria a Milo Fernández Araujo, el coach de siempre, para que volviera estando ahora tu hermano Matías en esa función, ¿te puso incómodo? Cómo lo tomó Mati?

-Lo tomó bien. Fue una idea para terminar con Milo, que había sido muy importante en estos 10 años. Si se venía el final del equipo, era lindo terminar junto con Milo. Y en un momento así, que veníamos fuera de ritmo, por ahí una palabra de afuera, para sumarle a lo que nos venía diciendo Matías, o consejos diferentes como los que te da Milo, viene bien. No fue ni un tema de conflicto. Apenas se lo comenté a mi hermano, me dijo: "Es la mejor idea. Hasta yo les iba a preguntar si no lo querían llamar". Estaba cien por ciento de acuerdo con que se sumara Milo a esa parte final de Palermo.

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