Con 39 años, 10 de handicap y 10 títulos en el Campeonato Argentino Abierto, casado con Josefina Aldanondo y con tres hijos (Lorenzo, Isabel y Victoria), Nero viene golpeado desde aquel aterrizaje forzoso cuando entró jugadísimo en una acción con Nicolás Pieres, de Ellerstina, rodó, impactó de lleno contra el piso y la yegua le pasó por arriba con sus 500 kilos. Fue atendido, volvió al palenque, regresó a la cancha con el peroné fracturado y jugó 2 minutos más muy mareado, tomando un riesgo excesivo.Festejó el séptuple título seguido con La Dolfina, a los pocos días lo operaron, y en Estados Unidos, ya en enero, volvió a quebrarse casi en la misma zona. Y no sólo eso: tiempo más tarde, la rodilla lo mandó de nuevo al quirófano por un añejo problema de meniscos nunca tratado.
"Te pasan mil cosas por la cabeza, tratás de reflexionar un poco y ver sucede lo que sucede. Siempre puede haber un poco de mala suerte, pero también hay que analizar qué hacés bien y qué mal. Me tocó de todo: las dos fracturas del peroné y ahora este golpazo. Te venís abajo. Es un año difícil para todos. Hoy, a casi dos semanas de lo que me pasó, me siento mejor, con muchas ganas. Y empiezo a mirar para adelante.
-¿Cuando decís de analizar qué hacés bien y qué mal a qué te referís?
-A ver, repaso la jugada del 2019, y sin olvidar el contexto de que estás jugando el Abierto de Palermo, la final. Pero iba a fondo y sin estribo a una acción bastante riesgosa. Y después, ya en Palm Beach, no le dí el tiempo que le tenía que dar a la recuperación. Y me rompí de nuevo. Uno se empieza a sentir bien demasiado pronto y piensa que el cuerpo está listo, y resulta que no. A veces hay que darle un tiempito más.
-Encima se sumó lo de la rodilla al poco tiempo...
-Sí, pero ese problema lo tenía desde hacía 20 años. El menisco rotísimo. Como podía seguir jugando y no encontraba el momento ni lugar para operarme, la venía pateando. Y ahora, cuando quedé con el pie tan debilitado por las dos fracturas, a la primera jugada que me exigí se me bloqueó la rodilla... y nunca más la pude desbloquear. La rodilla era algo menor te diría. Demasiado me aguantó. Fue muy noble.
-En concreto, ¿cuánto pudiste jugar en el año?
-Julio y agosto en Aspen, en Estados Unidos. Dos meses. Y acá, en septiembre, un poco de prácticas. Prácticamente nada.
-Este último accidente en Pilar fue raro. El caballo te corcoveó y te tiró en una práctica, ¿no?
-Sí, fue rarísimo. Venía en una yegua mía que estaba probando. Era la última jugada del chukker, se asustó y ¡me mató! Venía fuerte y nunca esperé que me fuera a hacer eso. Me corcoveó y me tiró. ¡El golpe que me pegué! Bastante sano quedé.
-¿Bravo?
-Uffff, duro, muy doloroso. Muñeca, clavícula rotas. Me pegué un piñón bárbaro.
-Te caés, sabés que te rompiste a sólo un par de semanas del comienzo de la Triple Corona. ¿Qué pasó por tu cabeza?
-Se me vino todo abajo. En el piso ya me di cuenta de las fracturas. La muñeca... la mirabas y te dabas cuenta de cómo estaba. Me agarró amargura, tristeza. ¡Otra vez roto! Pensé en mis compañeros, en que los dejaba a gamba comenzando la temporada. Todas cosas negativas. Después me operé, me empecé a sentir mejor, los compañeros te apoyan. Te hace ir para adelante. Pero fue bravo.
-¿Llegaste a llorar?
-Y... sí, de la calentura que te agarra. Sí sí.
-Además, es el año de la despedida.
-Claro. Es el último nuestro después de 10 años increíbles. Lo mínimo que querés es jugar. Después, si ganás, es la frutilla del postre, pero por lo menos quiero retirarme del equipo arriba del caballo, poder darme un abrazo con mis compañeros montado, no desde abajo. Dejar así a mis compañeros es difícil.
-Hoy estás más optimista...
-Sí, y por ahí es un poco el peligro de esto. Te empezás a sentir bien muy rápido... Dolor no siento, pero tengo dos fracturas, dos cirugías, es hueso, y el hueso necesita tiempo... ¡Y tiempo es lo que no tengo! Iré viendo cómo me siento. Apunto y quiero jugar Palermo, me encantaría, pero quiero ser consciente, estar bien, no hacer cagadas. Decir hoy voy a jugar Palermo es apresurado. Tengo que hacerme una tomografía en dos semanas, ver el callo. Si no estoy bien, no voy a perjudicar a mi equipo. Ya sé que no voy a estar en modo ideal si sólo pude jugar dos meses en el año.
-Una cosa son las ganas y otra lo que te dictamine el cuerpo
-Exacto. Si es por ganas, me subo mañana mismo. Pero quiero ver cómo estoy. Con ritmo, sin ritmo. A este nivel no se puede dar ventajas. No voy a perjudicar a La Dolfina porque yo quiera jugar al polo. Si no estoy bien, jugará otro. Lo tengo claro.
-La recuperación viene bien.
-Sí, vengo bien, todo cicatrizó. Hay que ver lo que dice esa tomografía. Mientras, hago kinesiología y gimnasia. Al tercer día ya arranqué a moverme. En unos días empezaré a montar. Vamos de a poco.
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