¿Por qué semejante oligopolio? ¿Son equipazos o el resto es muy pobre? Hay más de lo primero que de lo segundo, aunque es cierto que los demás, excepto el cuadro del canadiense Frederick Mannix, bajaron de nivel, por envejecimiento de sus integrantes o por menor inversión en su estructura. Mientras, La Dolfina y Ellerstina nunca aflojaron. Y son fuertes en las tres causas de su supremacía: jugadores, caballos y organización.
–Tienen los mejores polistas. Hoy por hoy, de los nueve de 10 goles de handicap que hay, el club de Cañuelas posee cuatro y el de General Rodríguez, tres. Los otros son Hilario Ulloa y Guillermo Caset, de Alegría. En otras temporadas de estos últimos diez años estuvieron Miguel e Ignacio Novillo Astrada, Bautista e Ignacio Heguy, Agustín Merlos y alguno más por fuera de la órbita de LD y La Z, pero la mayoría de los hombres de valorización ideal se concentró en los dos conjuntos más poderosos. Los Pieres han tratado de jugar en familia (hermanos, primos, cuñado), con escasas excepciones, pero los genes de ese clan son excelentes para el polo y por eso siempre hay talento en Ellerstina. Adolfo Cambiaso no tiene parientes en este nivel de juego, pero él puede darse el lujo de elegir a los mejores que no estén comprometidos con el archirrival: nadie rechaza una invitación del mejor a compartir su equipo.
–Tienen los mejores caballos. Por sí solos, los jugadores no bastan. La Dolfina contó con un dream team entre 2000 y 2003 (Cambiaso, Sebastián y Juan Ignacio Merlos y Bartolomé Castagnola) y no ganó todo cuanto se esperaba. Para los polistas, los montados son 70% del juego, y también en eso los dos grandes hacen buena parte de su diferencia. Gonzalo Pieres (padre), genio del profesionalismo del polo, montó una organización fastuosa a partir de su asociación con un magnate australiano fanático de este deporte, Kerry Packer. De ella nació Ellerstina, como club, y más tarde como fábrica de caballos.
La Z hizo de la cría su principal negocio, cruzando las mejores líneas de pedigríes. Cambiaso, ahijado polístico de Pieres hasta su bifurcación (2000), aprendió de ello, pero montar su propia estructura le tomó tiempo. Hoy es un gran criador y fue el pionero en incursionar en la costosísma clonación, con incipiente éxito. Además, se asocia con sus patrones del exterior (Bob Jornayvaz, del club Valiente, y Ali Albwardy, de Dubai) para estar súper provisto de ejemplares. Él monta máquinas y puede proveer a sus compañeros, aunque Pablo Mac Donough (cría de La Irenita), Juan Martín Nero y David Stirling invierten por sí mismos para seguir progresando en el rubro.
–Tienen las más complejas organizaciones. Los palenques de Ellerstina son un mundo de gente en cada partido, entre petiseros, veterinarios, herradores, preparador físico, DT, manager y asistentes varios (incluido Santiago Lange, el mismísimo campeón olímpico de yachting). Los de La Dolfina, también, aunque Cambiaso por ahora no va tan allá con los detalles finos, no posee personas que cumplan funciones hiperespecíficas. Las instalaciones de La Z son de lujo: boxes amplios y ventilados, terrenos de taqueo, manga... y ocho canchas impecables, que poco después de las lluvias están aptas para el juego, antes que otras vecinas. Practicar cuando otros no pueden hacerlo no tiene precio... Como en el rubro caballos, en éste La Dolfina empezó de atrás y va poniéndose al día, ya con cuatro excelentes campos de juego propios (usa también unos cercanos), estupendas caballerizas y demás.
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