Es un diciembre movido en el polo argentino de alto handicap, con cambios varios, e importantes. Como el que vivirá Ellerstina para la temporada 2020: pocas horas después de perder la final del Abierto de Palermo con La Dolfina (16-12), el sábado pasado, se confirmó la salida de Pablo Pieres (h.) luego de cinco años de compartir formación con sus primos, Facundo, Gonzalito y Nicolás. La salida de Polito permitirá el ingreso de Hilario Ulloa, que dejó otra de las alineaciones top: Las Monjitas.
Son horas de evaluaciones en el búnker de los Pieres. Que llevan ya más de 15 años entre los conjuntos de elite, pero no han conseguido en promedio la cantidad de títulos del Argentino Abierto deseada: tres veces levantaron la copa (2008, 2010 y 2012) y en muchas ocasiones sintieron el impacto de la derrota frente al mejor equipo de estos tiempos, como lo es La Dolfina, el heptacampeón. En total perdieron 9 de 12 finales con el equipo de Adolfo Cambiaso desde 2005.
Listo para partir a Uruguay a tomarse unos días descanso en familia, con su mujer Agustina y su pequeña hija Renata, Facundo Pieres analiza con crudeza el ciclo de Ellerstina, los sueños no concretados y las ilusiones a futuro.
-Se fue Polito nomás. Y llega Hilario Ulloa. ¿Cómo impacta el cambio en el ánimo del equipo?
-Lo que más contento me pone es haber terminado de la mejor manera con Polito. Antes que compañeros de equipo somos primos e íntimos amigos. Ya veníamos charlando esta posibilidad. Siempre buscamos ganar Palermo los cuatro juntos, pero a veces no se da como uno lo imagina. Ojalá estos cambios sean lo mejor para todos.
-¿Qué sucede internamente cuando pasan los años y los títulos no llegan?
-Y... se va generando una presión, una sensación de tristeza que te afectan. No es fácil. Si hubiésemos logrado algún título en el comienzo, o más en el medio del ciclo, quizá las cosas hubieran sido diferentes. Pero nos tocó la más difícil, que es ir de atrás. Fueron cinco años de intentarlo. Por ahí otro equipo a los dos años tira todo por el aire. Nosotros no: lo buscamos siempre.
-¿Y qué creés que falla o les falta? Sos un tipo ganador acá, afuera, buscaron alternativas, pero...
-Lo primero es que enfrente no tenemos un equipazo, sino uno de los mejores de la historia. La Dolfina es prácticamente perfecto, juegan espectacular, las posiciones naturales, tienen ayuda de mucha gente, caballos, cada uno con su organización y la vuelcan todos a un mismo equipo. Nos tocó una batalla durísima. Sacando ese equipo, hemos jugado mucho con Las Monjitas y con Alegria en su momento y les ganamos más veces de las que hemos perdido. Y así y todo hemos vencido algunas veces a La Dolfina, en Tortugas, en Hurlingham. Creo que esa parte hay que mirarla. Lo que nos toca vivir no es fácil teniendo ese equipo en contra. Si esos jugadores no se hubieran unido, los títulos habrían estado más repartidos entre más equipos.
-La presión para ustedes no es algo fácil de llevar suponemos.
-Hubo finales con suplementarios, otras que jugamos bien. Por ahí se te da un rebote, un gol, ganaste Palermo y te cambia la vida. ¡Te cambia todo! Quizá también nos haya faltado un poquito de fortuna. Pasan dos, tres, cuatro Abiertos, no lo pudiste ganar y se te va generando una presión que te juega en contra. Te genera dudas en el equipo, la organización, los caballos, las posiciones, el sistema de juego. Cuando uno empieza a dudar, es feo. Sin dudas, es lindo estar arriba, ganador. Esa es la sensación más linda que hay para cualquier deportista.
-¿Polito se iba igual si ganaban?
-¡Qué se yo! No lo sé porque no pasó. Fue algo que se habló en su momento. Después ya nos metimos de cabeza en Palermo. Fue durísimo. Todos los partidos complicados.
-Se prepararon un año pensando en la semifinal con Las Monjitas, la ganaron jugando bien. Pero después aparece una montaña más, el pico más alto.
-Sí, a diferencia de otros años, pusimos la cabeza en ese partido. Pero fue todo dificil, toda la zona que tuvimos. Fueron seis partidos seguidos durísimos. La final de Hurlingham, la final de Tortugas, debutamos en Palermo con La Natividad, después con La Albertina, cuando jugamos mal y tuvimos que exigir más los caballos. Cría Yatay que juega bien. Después Las Monjitas y al final, La Dolfina. La exigencia que tuvimos nosotros y la caballada fueron enormes. Y eso va agarrado al sistema de cómo se hacen los Abiertos estos últimos años. No sé si está bueno que haya tanta diferencia entre una zona y otra. Pero era lo que nos tocaba.
Fuenta: La Nación.
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